Cristiano, ¿Alguna vez te has sentido vencido por un pecado o un hábito horrible y vergonzoso que sabes que te está destruyendo? ¿Has intentado abandonarlo y te encuentras en un círculo vicioso de derrota? La victoria puede estar en tus manos, si solo tomas y lees tu Biblia.
En el Salmo 19:7-14, David alaba a Dios por su revelación especial. Él ha encontrado en ella el poder necesario para vivir en obediencia a Dios. La Biblia es un medio de gracia extraordinario. David habla de 6 cosas que Dios obra por medio de su palabra:
La ley de Jehová convierte el alma, es decir, transforma la persona completa. Ella nos libra de la idolatría y de la corrupción, nos restaura a la pureza para que adoremos a Dios en espíritu y verdad. Por medio de ella, Dios nos hace perseverar en obediencia.
El testimonio de Jehová hace sabio al sencillo. Una persona sencilla en la escritura es aquella que no discierne, que es inexperta, ignorante, ingenua, torpe, necia, errante. Así somos todos nosotros, pero la Escritura nos hace sabios, nos da discernimiento para saber aplicar el consejo de Dios en situaciones determinadas y así tomar decisiones correctas, de manera que todo lo que hagamos prospere o esté de acuerdo con la voluntad de Dios.
Los mandamientos de Jehová alegran el corazón. ¿No es cierto que siempre que buscamos el pecado es porque anhelamos gozo? Sin embargo en la practica, el pecado siempre produce culpa y nos entristece. Pero la palabra de Dios ha trazado un camino derecho para nuestros pies, de manera que cuando la obedecemos siempre traerá alegría. No hay mayor gozo que caminar con limpia conciencia, viviendo a la luz de la Palabra de Dios.
El precepto de Jehová alumbra los ojos. En medio de un mundo lleno de tinieblas, hay gran bendición en ser guiado por la escritura, ella trae luz a nuestra vida. Los creyentes pueden ver claramente lo que está pasando, ellos ven aún la mano soberana de Dios en medio de las pruebas, saben que Dios esta guiando todo para su bien. La palabra nos deja ver todo con perfecta claridad.
El temor de Jehová permanece para siempre. La Biblia es la norma para nuestra adoración a Dios y seguir esta norma nunca defraudará, nunca pasará de moda, mientras que toda adoración o culto voluntario resultará en idolatría, no es estable, siempre será nocivo y al final resultará en nuestra condenación, mientras que si seguimos la Escritura y aprendemos en ella cómo adorar en el temor de Dios, permaneceremos.
Los juicios son todos justos. En la Biblia está la determinación judicial de Dios para todos los hombres. David como rey entendía que debía guiar con justicia a su pueblo y solo podría hacer esto siguiendo los juicios justos del Señor. Si quieres edificar tu vida, tu familia, tus negocios, nunca dudes en seguir los principios de la palabra, todos son justos.
A la luz de lo que la Escritura hace en nuestra vida como medio de gracia, debemos desearla… Deseables son más que el oro, y más que mucho oro afinado; Y dulces más que miel, y que la que destila del panal.
La Biblia tiene un valor supremo, nuestra alma pueda encontrar en ella satisfacción plena, siempre y cuando la deseemos. Dice el puritano Thomas Brooks:
“¡Recuerden!, no es la lectura apresurada, sino la meditación seria de las verdades santas y celestiales, lo que demuestra que ellas son dulces y provechosas para el alma. No es el toque de la flor por parte de la abeja lo que acumula la miel, sino su permanencia sobre la flor durante un tiempo lo que extrae el dulzor. No es aquél que lee más, sino el que medita más, quien demostrará que es el cristiano más fuerte, más sabio y más diestro.”
Pero además de desearla y meditarla, el salmista dice que debemos obedecerla para que todas estas bendiciones sean realidades en nuestra vida: “Tu siervo es además amonestado con ellos; En guardarlos hay grande galardón.” – Salmo 19.11
Cuando seguimos el deseo de nuestro corazón, cuando seguimos tras la corriente de este mundo; lo único que obtendremos es desgracia, vacío, tristeza, jamás obtendremos lo que el pecado nos promete; todo en lo que pongamos nuestra confianza aparte de Dios es un ídolo sin peso, engañoso, falso que nos defrauda y el resultado será miseria y muerte. Pero cuando seguimos el consejo de Dios, tendremos galardón. Ningún servicio a Dios resultará en vano.
Así que no habrá galardón sin obediencia
Si queremos ser recompensados con todas las bendiciones que aquí se nombran, necesitamos cumplir con todos los requisitos de la ley de Dios, estaremos lejos de reclamar algo para nosotros apartados de la obediencia completa a Dios.
A la luz de las bendiciones que la Escritura ofrece, debemos con David reconocer la profunda incapacidad que tenemos para disfrutar de estas bendiciones:
¿Quién podrá entender sus propios errores? Líbrame de los que me son ocultos. reserva también a tu siervo de las soberbias; Que no se enseñoreen de mí; Entonces seré íntegro, y estaré limpio de gran rebelión.
Debemos reconocer que somos tan miserables que ni siquiera podemos notar la profundidad de nuestro pecado. Todo mérito queda excluido para disfrutar las bendiciones que nos son ofrecidas por medio de la meditación y obediencia de la Palabra.
Solo porque Dios es nuestra roca y redentor (Salmo 19:14), solo porque somos vistos por Dios en Cristo; podemos esperar todas las bendiciones que Dios ofrece y el poder para recibirlas mediante la obediencia. Nuestra obediencia es recompensada solo por la perfecta obediencia de Cristo.
Debe ser alentador para todo creyente, entender que todo nuestro esfuerzo por agradar a Dios aunque manchado por el pecado, Dios lo ve como una obra perfecta a causa de Cristo, quien es nuestra justicia. Así, todo nuestro esfuerzo por agradar a Dios recibirá galardón. Tenemos en Cristo un Padre bondadoso que nos ve con amor y nos trata con dulzura.
David, aunque está abrumado por su pecado oculto, por su soberbia manifiesta; entiende que Dios es su Padre, que le ve con misericordia a causa de la redención prometida en el Mesías.
Hermano, que a causa de Cristo, podamos clamar con David por libertad “Dios perdone nuestra maldad, aun la que no vemos todavía” y que nos ayude en nuestra debilidad, en nuestra rebelión y soberbia manifiesta, de manera que por su Espíritu, nos haga vencer sobre nuestro pecado remanente.
Hermanos, en Cristo podemos clamar por perdón y ayuda para vencer la tentación, entendiendo que si Dios no nos ayuda, no podremos estar en pie ante el pecado; más bien, seremos vencidos por el mal, pues separados de él nada podemos hacer.
David termina este salmo con un clamor para que Dios positivamente le ayude a vivir de acuerdo a su Palabra, de manera que pueda obtener toda bendición que se nos ha prometido en ella:
“Sean gratos los dichos de mi boca y la meditación de mi corazón delante de ti, Oh Jehová, roca mía, y redentor mío.” – Salmo 19:14
El salmista no está pidiendo por una obra externa, sino por una transformación interna; que sus pensamientos sean agradables de manera que sus labios hablen para glorificar a Dios; él está pidiendo gracia para someterse al gobierno del Espíritu Santo y el Espíritu gobierna nuestra vida cuando las Escrituras son creídas, atesoradas y obedecidas. Él está pidiendo por todas las bendiciones prometidas en la ley de Dios; esto es por la restauración, sabiduría, alegría, iluminación y descanso; entendiendo como ya hemos dicho, que Dios es su redentor y su refugio. Es porque él es nuestro redentor y nuestro sustentador y refugio que podemos obtener las bendiciones prometidas por Dios en su Palabra.
Espero que la Palabra de Dios te haya convencido de la necesidad que tienes de ella y del deber que tienes como creyente de buscarla como un medio de gracia poderoso para vencer y ser transformado.
La victoria puede estar en tus manos, si tan solo tomas, lees, meditas y obedeces la Biblia.
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